Ya
Xoán Antón Suárez Picallo escribía, el 15 de Agosto de 1935, en
"El Pueblo Gallego" en relación con este asunto lo
siguiente:
“...Sigue
en importancia la industria de teja y ladrillo. Hay seis tejeras
funcionando en cada una de las cuales trabajan, por término medio en
la temporada estival de 20 a 25 obreros de ambos sexos, sumando en
total unos 150. Esta industria en vías de normalización y bastante
rutinaria por el momento, está llamada a ser, dentro de pocos años,
la más importante de la comarca...”
A
principios de siglo, cuando se instalaron las primeras tejeras, el
proceso de fabricación era muy rudimentario y totalmente manual. La
primera tejera de la que se tiene noticia es de la de Ignacio
Temprano Pan en 1908 y luego la de Andrés Vázquez Pato.
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Odosinda Varela y Andrés Vázquez dueños de una de la primeras tejeras de Sada |
El
barro se extraía principalmente de las zonas húmedas ("brañas")
donde estaba el aluvión o arcilla formada tras la sedimentación. Al
principio se sacaba haciendo pequeños hoyos en el terreno, es decir,
se sacaba barro de una pequeña porción de terreno y si llovía y el
hueco se les llenaba de agua, procedían a hacer otro hoyo
consecutivo al anterior porque el proceso de achicado tenía que ser
manual y así no se acababa nunca.
En
cuanto hubo motores eléctricos, el barro se extraía de un terreno
mucho más amplio ya que, si llovía y se llenaba de agua el hueco,
se procedía a desalojar la misma mediante una achicadora que,
impulsada por un motor eléctrico, succionaba el agua del pozo y la
vertía al río más próximo, quedando así el terreno en
disposición de poder seguir extrayendo el barro.
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Achicadora de la tejera de Amelia Vázquez . Puede verse salir el agua a la izquierda de la foto. |
Durante
el verano se almacenaba el barro en los alpendres para poder fabricar
el ladrillo durante el invierno cuando era más difícil extraer el
barro.
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Alpendre y muelas de secado de ladrillo. |
Al
principio el ladrillo que se fabricaba era un bloque sin agujeros y
las tejas se hacían mediante un trozo de masa de barro rectangular
al que se le daba la forma con un molde de madera llamado “formal”.
Posteriormente
el proceso se fue modernizando y mecanizando un poco.
El
barro seguía extrayéndose de los campones igualmente, a mano,
mediante pico, azadón y pala. Se transportaba hasta el alpendre,
donde estaba la máquina de fabricación, en un carro tirado por un
caballo u otro animal de tiro.
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Carro de volquete utilizado en la tejera de Amelia Vázquez para transportar el barro desde el barrero hasta cerca de la máquina de hacer la teja y el ladrillo |
Una
vez el barro cerca de la máquina se picaba con el azadón y se
echaba en la tolva de la amasadora donde, después de pasar por los
cilindros trituradores, salía a través del molde que estuviera
colocado en la misma: la rasilla (de tres agujeros), el bloque (de
seis agujeros) o la teja.
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Tejera de Lolita Temprano. Obreros tapando con teja las muelas de ladrillo por si llueve. |
Según
salía de la máquina se colocaba en carretas y era llevado a las
muelas de secado. Consistiendo éstas en unas hileras de ladrillo
cocido de unos 20 metros de largo donde se colocaba el ladrillo
húmedo hasta una altura de medio metro (cinco filas de ladrillo) aproximadamente para proceder a su
secado. Estas muelas estaban al aire libre (por lo que cuando llovía
era necesario cubrirlas con teja). Ahí estaba el ladrillo hasta que
secaba lo suficiente para pasar al horno de cocción.
Las
tejas que salían de la máquina eran colocadas en unos soportes de
madera apilables. En cada soporte iban dos tejas. Estos soportes con
las tejas se colocaban en las carretas y también eran llevadas al
lugar de secado.
Los
hornos de cocción eran de planta circular, dividido, en sentido
horizontal, en dos partes separadas por una especie de emparrillado
de ladrillo y con una chimenea en su parte superior.
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En primer plano se ve el horno de cocción de la tejera de Lolita Temprano. Al fondo está su vivienda. |
En
la parte baja tenía dos puertas metálicas, opuestas una a la otra,
que era por donde se introducía el serrín y la viruta para cocer el
ladrillo o la teja.
En
la parte situada encima de la anterior y separada de ella por el
emparrillado de ladrillo, había una puerta más grande para
introducir el ladrillo o la teja para su cocción.
Una
vez lleno el horno se tapiaba la puerta con ladrillo y masa de barro
que, una vez cocido, se volvía a destapiar para sacar su contenido
ya terminado.
Por
un lateral del horno había una escalerilla metálica que daba acceso
a la base de la chimenea y donde había una trampilla tapada con una
placa de metal que se utilizaba para poder seguir el proceso de
cocción y dejar que se apagara el horno cuando ya el ladrillo o la
teja estaban cocidos.
Una
vez terminado el proceso se descargaba el horno bien directamente en
un camión para su transporte al lugar de destino o bien se colocaba
almacenado en el alpendre para su posterior venta.
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Restos del camión utilizado en la tejera de Amelia Vázquez |
Como
consecuencia de esta actividad industrial aun podemos contemplar hoy
algunas de las charcas que quedaron después de la extracción del
barro.
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Uno de los pozos de la tejera de Amelia Vázquez, resultante de la extracción de barro. |
A pesar de que algunas fueron rellenadas debido a una orden
del Ayuntamiento de fecha 25 de Marzo de 1918, siendo alcalde de la
Villa D. José Mora Soto, acordando la Corporación lo siguiente:
“Se
dio lectura a un informe de la Junta Local de Sanidad en el cual se
indica la conveniencia de clausurar las fábricas de tejas que
explotan en terrenos inmediatos a esta villa D. Ignacio Temprano Pan
y D. Manuel Temprano Casal, proponiendo además la clausura de hoyos
que se viene haciendo para extraer el barro con que se fabrican las
tejas y ladrillos, los cuales constituyen un peligro para la
salubridad pública. El Ayuntamiento teniendo en cuenta que en muchas
ocasiones ya se les había advertido a dichos tejeros que rellenaran
los hoyos y que lejos de verificarlos los ahondaron más formando
grandes charcas y no pudiendo tolerarse esta causa de insalubridad,
se acuerda llevar a ejecución lo propuesto por la Junta de Sanidad”.
En los años 70, ante la imposibilidad de poder competir en el mercado con las macro empresas del sector, estas pequeñas tejeras familiares fueron cerrando paulatinamente.